Monday, April 06, 2009

.:Consagración.de.los.Engel:.

Habían pasado la noche completa con sus alas extendidas sobre el duro y frío mármol del piso de la catedral de San Pedro. Era una compañía angelical (fellowship) integrada por cinco Engel y había al menos una docena de compañías más postradas bajo las enormes cúpulas de la catedral. Durante el crepúsculo la compañía se había acostado ahí, solo la punta de sus alas se tocaban formando un circulo. Desde entonces, no se han movido.

No tantas compañías solían ser reunidas para la consagración. Una ramielita se preguntaba, ¿Por qué habían hecho una excepción en esta ocasión? El Raphaelit había visto al Michaelit un par de veces durante su entrenamiento, pero no conocía a ningún otro Engel.

Aunque se encontraban uno junto al otro, ningún Engel podía verse entre sí. Todos meditaban profundamente o al menos eso parecía. La Ramielita se preguntaba si las mentes de los demás se cuestionaban tanto como la de ella y si el Michaelita era capaz de notarlo, pues ella sabia que los Michaelitas eran capaces de crear un enlace mental entre los Engel de una compañía, inclusive había escuchando la voz de un Michaelita en su cabeza y le habían dicho que ellos podían leer la mente de otros.

Cuando los Templares abrieron las puertas después de la larga noche, y el alba entro al salón, todos los Engel presentes se sintieron aliviados. La Gabrielita no necesitaba el don telepático de los Michaelitas para darse cuenta que aunque todos habían meditado anteriormente con regularidad, ninguno estaba acostumbrado a pasar toda la noche en tan incomoda pose. Todos estaban ansiosos, había llegado el día en que el mismísimo Pontifex Maximus Petrus Secundus los proclamaría verdaderos Engel del Señor. Ninguno de ellos había visto al Papa antes, que aunque lucia como tan solo un niño de 10 años, todos sabían de su casi infinito poder.

Dos templares en blancos atavíos los dirigieron a la gran plaza frente a la deslumbrante catedral de San Pedro. Gradas erigidas la noche anterior, ahora se quejaban bajo el peso de la gente reunida que los esperaba, en las orillas ondeaban estandartes con los colores e insignias de las Órdenes Angelicales estirando sus puntas hacía los Engel marchantes; como aspirando tocar la punta de sus alas.

Todos los Engel reunidos se formaron bajo el balcón que contenía el trono del Pontifex. El trono era blanco, decorado con oro que por doquier revelaba un brillo fuera de este mundo. El trono bien se podría perder en medio de todo el esplendor que le rodeaba, a no ser porque el Pontifex Maximus Petrus Secundus se había sentado en él y ahora toda la atención se centraba en él. Ese hermoso y escalofriante niño; que tan solemnemente se había sentado con sus pies descalzos y vistiendo un simple camisón blanco, tan importante; que se encontraba rodeado por Cardenales y Armatura. Su porte intelectual se interrumpió para fijar sus ojos al vació al escuchar los cánticos de la multitud.

Al término del Salmo levantó una mano y reinó el silencio. Pontifex Maximus Petrus Secundus se levanto y avanzo a la orilla del balcón con un par de ligeros pasos sin decir una palabra contempló a las compañías arrodilladas ante él. Al hablar, pronuncio el nombre de cada Engel presente glorificándole con bendiciones de siglos de antigüedad. -"Y vino una voz de los cielos que decía: Tu eres mi Hijo Amado; en ti tengo complacencia." - Uno tras otro, los Engel se levantaban para recibir su primer votive-cloth con la benediccion del Pontifex Maximus y de las manos de Monacos justo antes de abrir vuelo hacia los cielos.

Cuando el Pontifex vio al Michaelita y pronuncio su nombre, el corazón de Raciel se hundió por un momento. ¿Seria digno de la confianza que el Pontifex y esta gente habían depositado en él? Sin percatarse el Michaelita se encontraba ya de pie mientras el Monaco ataba la votive-cloth a su brazo izquierdo. Ahora, solo tenía que extender sus alas y dejarse llevar por el momento…

Una vez que todos los Engel habían recibido sus votive-cloth el Pontifex dio la ultima bendición, la cual hizo estremecer las bocinas que se encontraban en los techos de todas las iglesias de Roma Æterna -"Por tanto, id, haced discípulos a todas las regiones bautizándoles en el nombre de Michael, Gabriel, Raphael, Uriel, Sariel, Jeremiel, Ragael y Samael enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen"-