Sunday, October 11, 2009

::..Anteros..::.parte.1.:

Dr. Adrian Leifsson
Doctorado en Psicología. Thesis: "Love and other maladies"
Maestría en Sociología. Thesis: "Emotional Connection in Today's America"
Licenciatura en Psicología.

Adrian Leifsson vivió una vida cómoda siendo hijo único proveniente de una familia de clase media, siempre se distinguió por su gusto por la lectura. Durante su infancia era catalogado como el ratón de biblioteca y durante high school fue rechazado por las chicas por su etiqueta de geek. Aunque Adrian no era feo en verdad, era tan solo el hecho que cumplía con el estereotipo como para que los demás no lo vieran como era en realidad. Las chicas no veían mas allá de sus grandes y anticuadas gafas, la ropa fuera de moda, y su vocabulario rimbombante.

Fue durante esta época en su vida que Adrian encontró el amor: Sandra Agresta. Una belleza Italiana que había sido rechazada por el equipo de porristas y había encontrado un lugar en el club de oratoria como actividad extracurricular. Ahí fue donde él la conoció, nunca se atrevió a invitarla a salir, o al baile de graduación, porque el solo hecho de imaginarse que ella le respondiera con un "no" le destrozaba el corazón. Así pues, Adrian se resigno a no volverla a ver después de su graduación. Pero esto que él sentía no lo podía entender. ¿Cómo es que se puede sentir algo tan fuerte por alguien a quien muy apenas conoces? ¿Que te hace sentir de esta forma? ¿Por qué Adrian? ¿Otros se llegaran a sentir así? Tal vez la respuestas estén en la Psicología, y decidió hacer de ella su carrera.

Adrian veía en el pasado esa agradable experiencia del primer amor que el ahora podía explicar habiendo terminado su Licenciatura. Ya no sentía ningún enlace con la ciudad que lo había visto crecer, ya no había nada que lo atara ha ese lugar. Sus padres habían muerto en un accidente automovilístico justo un año antes de que terminara su Licenciatura. Durante sus años en la Universidad entablo un par de relaciones pero ambas carecían de la intensidad que el añoraba. Es durante este tiempo que aprende a utilizar el ejercicio físico como una terapia para controlar el estrés.

Grande fue la gran sorpresa para Adrian al reencontrarse con Sandra, ahora conocida como la Licenciada en Mercadotecnia "Sandy" Agresta (Sandy en vez de Sandra pues sonaba más agradable para los oyentes) en la nueva institución donde Adrian planeaba llevar a cabo su Maestría. Ambos estarían desarrollando sus Tesis en Sociología bajo la tutela del mismo Mentor. Las probabilidades de que ambos se volvieran a encontrar eran muy pocas y Adrian parecía ser el único en darse cuenta. Sandy estaba asombrada, pero no por haberse encontrado de nuevo, sino por el cambio en la imagen de Adrian... (Nunca lo admitió pero la idea de salir con Adrian ahora era más factible)

A diferencia de su relación en el pasado donde solo intercambiaban saludos, sus conversaciones ahora duraban horas. Ambos disfrutaban la compañía del otro. Pero Adrian estaba demasiado consciente de que eso solo significaba amistad. Y era tranquilizante el ver cómo le era posible tener una hermosa amistad con quien alguna vez amó. Su amistad demoro sus tesis, lo cual los hizo pasar más tiempo juntos, inevitablemente terminando en una relación de pareja. Que afortunado se creía Adrian al pensar en que después de todo, termino con la chica de sus sueños de juventud. Y ahora veía su vida juntos, viviendo en Europa como educadores de estudios superiores.

Todo parecía un sueño, y como tal, del sueño despertó. El matrimonio duro muy apenas 2 años. Después de los cuales llego una exhaustiva batalla durante el divorcio que dejo a Adrian herido y con un nuevo tema para investigar: "Love and Other Maladies." Pero lo que pronto encontró fue que... el amor es una enfermedad crónica incurable. O al menos eso pensaba en aquel momento.

Su vida ahora no tenía un propósito claro. En vez de encontrarse dando clases en Europa, se sentaba por horas a escuchar las quejas, obsesiones, (y muchas veces pensaba) las tonterías de otros en su consultorio. Años después del divorcio había ya conseguido los suficientes fondos como para comprar un pequeño edificio de tres pisos donde vivir y equipar su consultorio y tal vez rentar a otros negocios. Muy a pesar de su éxito como psicólogo se sentía solo, vacio... y extrañando a Sandy. En varias ocasiones se preguntaba que habría sido de ella, que debería buscar reconciliarse, pero esos pensamientos rápidamente eran controlados por su razonamiento.

La compra del inmueble había resultado fructífera por su ubicación. Y la renta de los locales en su primer piso había amueblado cómodamente su departamento en el tercer piso y su consultorio en el segundo. Algunos pacientes dejaron de asistir a sus citas pero pronto nuevos llegaron a ocupar tal espacio en las rutinas del Dr. Leifsson. Rutinas que nunca regresarían, desde la tarde que acepto tomar la llamada que su secretaria le había transferido para atender la petición de dar terapia en el domicilio de un nuevo paciente.

Usualmente el Dr. Leifsson se negaría a tal petición, aconsejaría el contactar a alguno de sus colegas que estarían dispuestos a realizar tal terapia. Sin embargo, la tristeza proveniente del otro lado de la bocina toco cada fibra de Adrian. El paciente había modificado su comportamiento al grado de recluirse en su casa totalmente por la pérdida de un ser amado. Los padres de tal paciente fueron quienes llamaron, y explicaron que no sabían a quien más llamar, lo habían intentado todo para animarlo sin resultado alguno. Era necesario que el Dr. Leifsson fuera a realizar la consulta a casa de los padres afligidos, pues les era imposible sacarlo de casa.

La curiosidad fue el principal motivo que llevo a Adrian a los escalones de la entrada de la lujosa mansión ubicada en la zona más antigua de la ciudad. La sola arquitectura de la fachada, en conjunto con los arbustos de un verde obscuro que intentaban escapar por las rejas hacia la calle, parecía transmitir el pesar de aquel aun desconocido paciente. ¿O, seria la imaginación de Adrian que al pasar de los años se tornaba más prolífica? Pues mientras escuchaba las interminables quejas de sus pacientes era capaz de escapar en su imaginación y pretender que el divorcio no había ocurrido, que Sandy lo esperaba en el pequeño restaurante en el primer piso de su edificio para comer como lo hacían todos los días después de las consultas. Las consultas terminaban, Adrian bajaba a comer a aquel restaurante, en ocasiones completamente convencido de que Sandy estaría ahí, en la mesa junto a la ventana… esperándolo. Pero Sandy nunca estaba, en su lugar parejas corrigiendo a sus hijos, adolecentes en alegres conversaciones, jóvenes en citas románticas, solitarios ancianos o el vacio ocupaban ese lugar.

Los padres eran tal y como se los había imaginado, una pareja amorosa y atenta, que lo llevaron a esperar en la sala. El paciente lo recibió con escepticismo, girando sus ojos y reprimiendo a sus padres por haberlo traído. A lo cual los padres bajaron sus miradas y se retiraron de su presencia cual leales sirvientes. Claramente esa actitud abnegada había contribuido de cierta forma en la inhabilidad de su hijo en soportar la pena, pero la conversación con los padres tendría que esperar. Lo importante ahora era ganarse la confianza de Daniel, cuya juvenil imagen contrastaba con la solemnidad de sus movimientos. Al conversar con él, el tiempo parecía no pasar. Era Daniel un excelente conversador. Las consultas tomaban un rumbo diferente cada visita, en ocasiones Daniel se abría y compartía sus preocupaciones, en otras el Dr. Leifsson era quien contaba sus más profundos sentimientos, y muchos de ellos involucraban a Sandy.

Unas semanas habían pasado y las visitas a Daniel se sentían mas como una terapia para Adrian. El confort que sentía en esa mansión, no lo podía encontrar en ningún otro lugar. Sin embargo existían actitudes y eventos fuera de lo común dentro de ese hogar. A quien Adrian había creído los padres, no eran más que servidumbre que habían estado en servicio de Daniel por mucho tiempo, nadie lo admitía pero era fácil deducirlo por sus actitudes. Por alguna razón se hacían pasar por los padres de Daniel, Adrian nunca pregunto, tampoco cuestiono como es que Daniel había heredado esa casa. Por que debió de haberla heredado, Daniel parecía no tener un empleo o ninguna profesión, la casa carecía de fotografías, o algún otro cuadro excepto el par de retratos al óleo en la sala. El primero de una joven junto a un piano, vestida a la usanza de la década 1930; el segundo, de un vagabundo con el Partenón y la noche como fondo. La imagen del vagabundo tenía un parecido a Daniel, muy posiblemente un autorretrato y el cuadro de la joven debería ser el amor perdido, de quien el Dr. Leifsson aun no conocía ni su nombre.

Sin duda alguna lo más desconcertante era la luz que entraba por las persianas, era esa luz lo que daba la impresión de la ausencia del tiempo. En más de una ocasión el Dr. Leifsson había pasado horas con Daniel pensando que el rojo atardecer lo esperaría al salir por la puerta. Cuando el entraba a la sala las persianas, siempre cerradas, dejaban entrar el naranja atardecer. Al salir de la sala las persianas seguían teñidas en tonos rojizos, pero al salir de la mansión la noche le daba la bienvenida y lo acompañaba de vuelta a su casa en desconcierto. El momento en que Adrian se asomo por aquellas persianas se dio cuenta que eran lámparas las que ofrecían la ilusión de un eterno atardecer. A la lista de excentricidades de Daniel, se le debía agregar fotofobia. Estaba decidido a tratar el tema en cuanto Daniel entrara a la sala, pero la expresión en Daniel era diferente lucia devastado, y decidió dejar la fotofobia para otra visita.

Adrian no pudo evitar sentirse un tanto orgulloso con la idea de que un reencuentro con Sandy no le causaría tanto dolor como el reencuentro que Daniel había tenido. Pero esta fantasía se esfumo de inmediato en cuanto el Dr. Leifsson se percato que todo este tiempo no había averiguado nada con respecto al amor perdido de Daniel, o con respecto a Daniel mismo. Hasta ahora el Dr. Leifsson había asumido que Daniel se había recluido por la muerte de su amor y había pedido modificar con el dinero de su herencia las ventanas para siempre vivir en el atardecer. Posiblemente el último atardecer que ellos dos habían pasado juntos. Y había pedido a sus leales empleados que lo vieron crecer que fuesen los padres que Daniel había perdido en un accidente automovilismo hacia apenas unos meses atrás, al menos frente al Dr. Leifsson, y así disimular su gran soledad. Pero ahora se enteraba que esta mujer estaba viva, se daba cuenta que nunca había preguntado si Daniel tenia parientes, ¿Cómo es que había adquirido esa gran mansión?, ¿Quiénes eran los personajes de los retratos?, ¿Cuánto tiempo habían estado las lámparas fingiendo el atardecer?

Adrian había dado a conocer todos sus secretos a Daniel, pero Daniel continuaba siendo un misterio. Sin embargo su carisma hacia a Adrian olvidar todas sus dudas y precauciones que intentaba tener cuando estaba junto a él. Ahora era Daniel quien escuchaba y aconsejaba a Adrian. Si Sandy seguía siendo una constante en la mente de Adrian, lo mas lógico es que buscara la reconciliación, después de todo ¿Porque tendría ella que rechazarlo?, Daniel aconsejaba. Daniel había convencido a Adrian que en cuanto Sandy viera todo lo que el Dr. Adrian Leifsson podría ofrecerle ahora que había madurado, ella regresaría a él sin titubear. Daniel le había ofrecido su total apoyo por haber intentado ayudarlo cuando él lo necesitaba, aunque el Dr. Leifsson en realidad nunca pudiera entender lo que Daniel experimentaba. El Doctor había intentado ayudarlo de corazón pero la negativa de Daniel en explicarle lo sucedido apaga de inmediato la chispa de interés que el Dr. Leifsson sentía. Daniel sabía que no había palabras para explicarle, si Adrian Leifsson en realidad quería saber lo que estaba pasando, solo lo entendería experimentándolo en carne propia.

El plan ya estaba hecho, Adrian Leifsson había cancelado sus citas por las próximas dos semanas y dándole vacaciones a su secretaria, argumentando problemas de salud. Usaría estas semanas para encontrar a Sandy y buscar un acercamiento que con el tiempo los llevaría a una reconciliación. La noche llego, las maletas estaban listas y debía pasar a despedirse de Daniel. La puerta se abrió y lo recibió la ama de llaves con una expresión de franca sorpresa, ahora Adrian se preguntaba cómo es que alguna vez la hubiese confundido con la madre de Daniel. No había parecido entre los sirvientes y Daniel, no contaban con su educación y el refinamiento. La ama de llaves pidió que se fuera sin despedirse, que Daniel estaría mas contento de escuchar las anécdotas de su viaje. La insistencia del Dr. Leifsson hizo que la sirvienta le explicara que Daniel no se encontraba en casa, había salido. Sin embargo, pidió esperarlo en la sala, no podría irse sin despedirse, sin escuchar sus palabras de aliento. Adrian disfrutaría el estar sorprendido por tal noticia, pero ahora entendía que Daniel era lo suficientemente fuerte como para dejar atrás la melancolía y enfrentar el mundo. Lo que en realidad lo sorprendió fue el encontrar a otra persona esperando a Daniel en la sala. La ama de llaves parecía tan sorprendida como Adrian al no encontrar la sala vacía. Después de un momento la sirvienta se retiro haciendo la inusual petición de mantener el orden en la sala hasta que el señor de la casa regresara.

La chica en la sala se mantenía inmóvil frente al televisor mientras el sonido proveniente de sus bocinas rompía con el silencio que pertenecía a la sala. Para Adrian la idea de tener el televisor encendido en la sala, mostrando videos musicales, era un tanto blasfema. Aquí estaba esa joven en sus veintes, posiblemente de la misma edad que Daniel irrumpiendo en lo que había llegado a ser el confesionario de Adrian, el templo en donde Daniel era el sacerdote. El disgusto de la imagen de esa mujer que llegaba a asemejar un maniquí, que no regresaba el saludo, con el televisor prendido demoro que el Dr. Leifsson se percatara que esa chica era la misma del retrato en la sala. Pero como podría reconocerla de inmediato si ahora la joven parecía dirigirse a filmar un video musical de rock justo después de su encuentro con Daniel, al parecer Daniel había pintado esos retratos con una idea utópica de lo que esperaba de su vida. Pero la noche estaba llena de sorpresas y una de ellas fue el escuchar la voz de la joven preguntando si Adrian era el Psicólogo de Daniel. El Dr. Leifsson no puede recordar si respondió a tal pregunta, no recuerda si vio a la joven moverse, no entiende lo que está pasando. Sin embargo no quiere que pare.

Adrian Leifsson abre los ojos y el techo de la sala gira al compas de la voz del andrógino Pete Burns y del grupo Dead or Alive cantando "You spin me right around" en el televisor. Mientras su vista se vuelve turbia, su tacto se vuelve fino y certero; puede sentir a la joven como un bloque de hielo sobre él; puede sentir el roce de sus labios en el cuello; puede sentir los estragos que la mano de la joven hace a su peinado, puede sentir su corazón latiendo rápidamente; puede sentir sus pupilas dilatarse; puede sentir la adrenalina corriendo dentro de él; puede sentir la sangre dejando su cuerpo; puede sentir el delicioso dolor de una mordida en su cuello; puede sentir un gran éxtasis; puede sentir lo que experimento al discutir con Sandy, puede sentir rabia; puede sentir lo que probó su primer noche con Sandy, puede sentir pasión; puede sentir eso que reconoció la primera vez que vio a Sandy, puede sentir amor.

El mar de emociones es interrumpido y la joven corea en su oído -"like a record baby right round round round"- La escena es interrumpida con la llegada de Daniel, cuya imagen en la puerta se nubla ante los ojos cansados de Adrian. Los parpados pesan cual metal y mientras estos se cierran una risa burlona proveniente de la joven alcanza a ser registrada por los oídos de Adrian callada por un rugido que estremece la sala y hace que el Dr. Leifsson se esconda en la inconsciencia...

4 comments:

Anonymous said...

Me encanto la historia y espero ansioso la segunda,,, creo k murio aunk no se exactamente pork aunque tengo dos teorias,,,
1 daniel lo comploteo para matarlo y tener un tipo de vengansa pra k syndy sintiera lo que el y la sirvieta creo que lo savia porque insitio que no se despidera.
2.La mujer k estaba en la sala es una sicopata k anda por ahi matando ha personas para cuasar daños a terceros

Marie said...

muy interesante el escrito
me gusta la forma de escribir
y la forma en la qe se termino
un poco abstracta
pero creo qe esos finales son lo mejor...

me gusto...muchas felicidades

Marie said...

muy interesante el escrito
me gusta la forma de escribir
y la forma en la qe se termino
un poco abstracta
pero creo qe esos finales son lo mejor...

me gusto...muchas felicidades

Kurai said...

Vaya, vaya... interesante saber q apenas ayer pensaba que era una pena q nunca nos hubieras contado el final de Anteros.
Ayer, cuando entre mi caos encontre las impresiones de la primera parte de la historia con un Adrian que se quedo en la cuspide de un drama, como una novela de esas de la tele q dejan a las mamás en hascuas, pero esta jamas volvio, hasta hoy.
Gracias por darnos un final, finalmente ... XD